El viernes pasado fui a cenar con mi hijo Leonel, y como siempre, nuestras charlas nos dejan un gran aprendizaje. Leo, me mantiene actualizado con su manera de pensar tan creativa, vehemente y emotiva. Recuerdo que en un momento de la conversación, comenzamos a platicar acerca de la famosa piedra maldita y la incidencia sumamente negativa que la misma podía tener en las personas, e inmediatamente se le ocurrió la idea de que escribiera sobre la misma.
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¿Qué es la piedra maldita?
Para que se pueda comprender con más facilidad acerca de la piedra maldita, voy a transcribir literalmente lo que decía el Psicólogo, Sacerdote Jesuita, Escritor y Conferencista Internacional Anthony de Mello en su libro Redescubrir la Vida.
“Un jesuita amigo mío, de México, me contó acerca de la creencia
que existe, entre los nativos de una zona de ese país, en que, si
tocan cierto tipo de piedra, mueren. Y están muy convencidos de
esto. Así fue como un niño, que aparentemente estaba
corriendo, tocó con su pie ese tipo de piedra maldita. Acudió al
cura y le dijo que iba a morir.
- Todo eso es superstición. No creo en estas cosas – dijo el cura.
Aquella noche, la madre del niño fue a ver al sacerdote y le rogó: - Padre, ¿podría venir, por favor, a darle los últimos sacramentos
al niño?
Y el cura dijo: - Mire, lo de la piedra es una superstición. No estimulen esa
creencia en el niño, o esto va a acabar en una especie de
profecía autocumplida; todo eso es tontería.
El cura no fue. A la mañana siguiente, el niño había muerto,
literalmente. Estaba convencido de que eso sucedería, de modo
que murió.
De Mello se preguntaba en su libro ¿Qué fue lo que mató a aquel niño
realmente?
Fueron sus creencias, su cultura, su adoctrinamiento, y su
programación las que lo mataron. En realidad, no fue la piedra
la que mató al niño, sino su creencia, y su programación o
condicionamiento mental.
Piedra maldita: La imaginación más la creencia suelen ser muy poderosas
La imaginación es muy poderosa cuando creemos de manera irrestricta en ella. En Psicología, se suele hablar de la Autoprofecía Cumplida, que es cuando una persona o individuo imagina que algo malo o bueno le va a suceder y cree fielmente en lo que piensa o imagina. Después de un período de tiempo, ve como se cumple aquello que tanto temía o deseaba.
Así como la imaginación puede ayudarnos a ser más creativos y permitirnos lograr objetivos, también puede conducirnos a lo peor. Todo va a depender, del contenido de aquello que imaginamos o pensamos.
Identificarnos o creer todo lo que la mente imagina o piensa puede generarnos un verdadero sufrimiento inútil o innecesario.
El maestro Osho, decía que: Nuestra mente parlanchina tiene mucho interés en generar problemas, porque de esa forma tiene asegurada su continuidad. Al tener problemas reales o imaginarios,
la maquinaria del pensar entra en funcionamiento. En el libro Alegría, la Felicidad que Surge del Interior, Osho recalca que a la mente le fascina producir conflictos que le hagan imaginar cada vez más, convirtiendo granos de arena en montañas.
Es importante recordar que el pensamiento o la imaginación, dejan de tener poder sobre nosotros cuando no nos identificamos.
La creencia o identificación sobre lo que imaginamos puede generar un actitud positiva o negativa, todo va a depender del contenido de lo que imaginamos o pensamos.
Medio lleno o medio vacío, según la actitud con que se mire
A continuación, voy citar un cuento de Enrique Mariscal donde nos relata la historia de dos ratitas que habían caído en un viejo tarro metálico, con leche hasta la mitad (medio lleno o medio vacío, según la actitud con que se mire). Para salvarse, las ratitas comenzaron a nadar y se dice que tenían buen estilo.
Una de ellas comenzó a sentirse muy mal y desesperándose, no viendo posibilidad de escape, empezó a decirle a su compañera:
—“Esto no me gusta, hermana. De aquí no salimos.”
—“Cállate y sigue nadando”, respondió la optimista.
—“Sí, mucho silencio y ¿qué hacemos nadando?”
¿Adónde vamos a ir? Esto es una fatalidad, no va, no va”.
—“Cállate y sigue nadando.”
—“Eres una rata sin fundamento. ¿Qué vas a conseguir?”
—“Cállate y sigue nadando.”
—“Esto es ridículo. Es gastarse inútilmente. No, no,
no…”
—“Cállate y sigue nadando.”
La ratita pesimista se agotó, más por parlotear que
por nadar. Se hundió en el tarro y se ahogó. La optimista
continuó nadando. Nadó tanto que la leche, por el batido,
se transformó en mantequilla consistente. Dio un salto y
pudo salir del tarro.
Este cuento nos deja un excelente mensaje sobre dos
visiones o interpretaciones del mundo: la pesimista y la
optimista.
El Poder de la oración y la creencia
Sabemos que la oración puede producir milagros y los mismos van a depender de la creencia del sujeto en aquello que piensa o imagina (oración).
Alexis Carell, Médico, Fisiólogo y Premio Nobel en 1912 en el Poder de la Plegaria decía del poder de la oración y la creencia lo siguiente:
“La repartición médica de Lourdes ha prestado un gran servicio a la ciencia, demostrando la realidad de esas curas. La oración tiene, a veces, un efecto que podríamos llamar explosivo. Hay enfermos que han sido curados casi instantáneamente de afecciones tales como el lupus facial, cáncer, infecciones renales, tuberculosis pulmonar, tuberculosis ósea, tuberculosis peritoneal, etc.
El fenómeno se produce casi siempre de la misma manera: un gran dolor y, en seguida, la percepción de estar curado. En algunos segundos o, cuando mucho, en algunas horas, los síntomas desaparecen y las lesiones orgánicas cicatrizan.
El milagro es caracterizado por una extrema aceleración de los procesos normales de cura. Y nunca tal aceleración fue observada, hasta el presente, en el transcurso de experiencias hechas por cirujanos y fisiólogos”.
Por otro lado, es importante tener presente, que no siempre la oración produce los resultados esperados, esto va a depender muchísimo de la creencia en la oración y el grado de concentración o recogimiento que puedan conseguir.
Según palabras de Alexis Carrel
En Lourdes los milagros son mucho menos frecuentes de lo que eran hace cuarenta o cincuenta años, y ello es porque los enfermos no encuentran aquella atmósfera de profundo recogimiento que allí
reinaba otrora; los peregrinos se han convertido en turistas y sus plegarias son ineficaces.
Pienso que es fundamental observar lo que imaginamos o pensamos, y darnos cuenta de aquello que creemos. Como diría el maestro Jiddu Krishnamurti: Hay que saber discernir cuando un pensamiento es necesario y cuando es veneno.