Cuando hablamos de sanar el alma, nos referimos a el poder romper con los miedos profundos que impiden nuestra autonomía o independencia.
Me pareció de suma importancia redactar este artículo, para poder ayudar a aquellas personas que están sufriendo a consecuencia de sus pensamientos negativos.
¡Espero que les guste!
Índice de contenidos
➡ Primer paso para sanar el alma
Cuando actuamos desde un lugar más integrado, el sentir, pensar y actuar forman una unidad. Esto evita el conflicto que se produce por la oposición interior y el consecutivo desgaste de energía que conlleva.
Los yoguis nos hablan de la no resistencia o aprender a “dejar fluir”. Esto significa no pelear con lo que somos. El dejar de lado la lucha interna ahorra mucha energía que puede utilizarse para el cambio.
El primer paso para reducir el conflicto, la lucha interior o división es la Aceptación.
Filósofo hindú Jiddu Krishnamurti
“La serena aceptación de lo que es, me libera de lo que es.”
Esta frase del filósofo hindú Jiddu Krishnamurti, preconiza la aceptación como medio de liberación.
➡ ¿Cómo sanar el alma mediante la aceptación?
A la aceptación podemos dividirla en dos tipos: Intelectual y Vivencial
♦ Intelectual
Se caracteriza por ser un avance en cuanto a la forma en la que hacemos frente al conflicto interno o fragmentación, debido a que abandonamos la lucha o resistencia interior.
La persona comienza a autoobservarse y a descubrirse a sí misma, y no pelea con aquello que pudo sacar a la luz. Si bien puede ser que no le guste algo de lo que ha descubierto, pero trata de aceptarlo intelectualmente.
Un ejemplo podría ser el reconocimiento de que comemos o bebemos en exceso, sin argumentar o justificarnos por ello. Cuando nos damos cuenta mediante la autoobservación de la forma en que comemos o bebemos, es muy importante no autojustificarnos o autodefendernos.
Si por ejemplo, venimos comiendo en exceso y nuestro cuerpo ha aumentado algunas libras o kilos, y decimos que estamos trabajando mucho y que no tenemos tiempo para comprar alimentos con menos calorías, eso es una forma de autojustificarnos.
Esto nos conduce a repetir lo que venimos haciendo y evitar cambiar. Tomar conciencia, sin ocultamientos, nos permite salir de la lucha interior para adentrarnos en la aceptación intelectual.
♦ Vivencial
La aceptación vivencial no precisa de la estructura del pensamiento para percibir lo que nos sucede. La persona acepta plenamente lo que le sucede y actúa en consecuencia.
Si un individuo se encuentra caminando en un campo de India y percibe que en el piso, muy cerca de él, se encuentra una cobra (una de las serpientes más venenosas del mundo), el que la perciba vivencialmente hará que actúe en forma inmediata.
No hay tiempo parar intelectualizar la situación. Ya sea que corra, salte o la mate, la acción que emprenderá será holística o total. El aceptar vivencialmente una situación, abre un camino hacia el cambio que se necesita.
Recuerdo que hace algunos años tomé un taxi y me llamó la atención un cartel colocado justo detrás del asiento del conductor que decía: “Se ruega no fumar”.
Le pregunté al chofer respecto a esa leyenda y me respondió que no toleraba el cigarrillo. Me contó que en una época él fumaba hasta cuatro cajas de veinte cigarrillos por día, pero una mañana se despertó totalmente ahogado y tuvieron que llevarlo de urgencia al hospital. Estuvo internado cuatro días en terapia intensiva.
Luego de un período de recuperación le autorizaron el alta y regresó a su casa. Lo primero que percibió fue un paquete de cigarrillos de los que fumaba, que estaba en la sala de su casa. Los tomó e inmediatamente los arrojó como si fueran veneno.
Este hombre me expresó que desde entonces nunca más tuvo deseos de fumar y le resultaba extraño que no los tuviera.
La aceptación vivencial del suceso lo hizo actuar en forma inmediata. Esta persona había percibido la posibilidad de morir asfixiado, y esta percepción generó un cambio profundo y duradero.
➡ La importancia de sanar el alma
Otra experiencia que sirve como ejemplo es la de un hombre que va a visitar a su médico, especialista en las vías respiratorias, y mientras era atendido observa en la chaqueta del profesional un caja de cigarrillos.
Cuando salió de la consulta se preguntó: ¿Cómo puede ser que un especialista en pulmones fume? Ahí tomó conciencia de que el conocimiento intelectual de los peligros que ocasiona el cigarrillo, no es suficiente como para dejar el hábito de fumar. Es preciso entonces una aceptación y un conocimiento vivencial para actuar en consecuencia.
Cuando aceptamos lo que somos, hay mayor posibilidad de integración interior.
➡ Las heridas del alma
Me viene a la mente la historia de una señora que ayudé años atrás. Esta mujer me hizo una consulta debido a que sentía que tenía la autoestima muy baja.
Ella pensaba que no valía nada y que nadie se iba a fijar en ella. Físicamente estaba excedida de peso y decía que le costaba dejar de comer en exceso por la ansiedad.
En la mañana se prometía que no iba a comer de más, pero a partir del mediodía comenzaba su idilio romántico con la nevera o heladera. Decía que comenzaba “picando” algo, pero le costaba mucho detenerse. Se encontraba en una permanente lucha interna o resistencia y, por supuesto, luego le venían los sentimientos de culpa.
Lo primero que intenté fue que dejara la resistencia interior para poder pasar a la aceptación intelectual por medio de la autoobservación. En esos momentos estaba haciendo una dieta que su doctor y especialista en nutrición le había dado para comenzar a bajar de peso.
Por medio de la autoobservación, pudo verificar por ella misma cómo empezaba su voracidad después del mediodía hasta la noche. Otras de las cosas que pudo comprobar es que muchas veces comía por aburrimiento o por no saber qué hacer.
En realidad llegó a darse cuenta de que la mayoría de las veces que comía no era porque tenía hambre. También tomó conciencia de cómo se autoagredía con pensamientos dañinos o tóxicos diciéndose: “soy una gorda cerda”, “nadie me va a querer”, “estoy horrible”, etc. En esos momentos su autoestima estaba prácticamente por el piso.
♦ Recomendación para curar el alma
El hecho de haber pasado de la lucha interior o resistencia a la aceptación intelectual la iba llevando poco a poco a conseguir el verdadero cambio. Una de las cosas que no le gustaba hacer era verse al espejo desnuda.
Por eso cuando terminaba de ducharse se secaba y rápidamente se cubría para no ver su cuerpo desnudo ante el espejo. La tarea que le encomendé fue, precisamente, la de observarse en un espejo de cuerpo entero, para poder percibir su cuerpo tal cual era. Esta tarea le resultó bastante dolorosa debido a que no quería aceptarse vivencialmente como en realidad era.
Resultaba fundamental poder pasar de la aceptación intelectual a la vivencial. La diferencia entre ambas es que en la aceptación intelectual puedo pensar que poner la mano en el fuego me va a quemar, pero en la aceptación vivencial pongo la mano en el fuego.
El poder observarse tal cual era o aceptarse vivencialmente le produjo mucho sufrimiento a mi paciente y una verdadera toma de conciencia que, en unos meses, le permitió volver al peso que tenía cuando era joven.
Ella decía que haberse visto como era y observarse la llevó a querer cambiar. La percepción real de lo que era fue el motor principal de su cambio. Es como poner la mano en una estufa o cocina y quemarme para descubrir vivencialmente que ya no quiero volver a ese dolor.
La autoestima de mi paciente fue creciendo al descubrir que ella podía cambiar y que no estaba dispuesta a sufrir más por verse tan pasada de peso.
➡ Poema para sanar el alma
Hay un poema que me parece oportuno citar, como otra manera de decir acerca de la aceptación.
ACEPTACIÓN
Algunos años pasaron,
y veo que es lo mejor,
las cosas son como son,
el camino es aceptar.
Tanto el placer y el dolor,
al aceptarlos se calman,
pero al luchar contra ellos,
mucha energía se escapa.
A la larga o a la corta,
sólo la verdad libera,
qué difícil es al comienzo,
pero la serenidad después llega.
Ya no gasto más las fuerzas,
en ocultar mi verdad,
el alma siento liviana,
cuando vivo en libertad.
Aceptar es conocerse,
amarse y crecer más,
comprenndiéndome a mí mismo,
entenderé a los demás.
♦ Conclusión
Este poema encierra los conceptos fundamentales de la no lucha y la aceptación de lo que nos sucede, como camino hacia el autoconocimiento. En ese sentido es que decimos que la psicomeditación tiene en cuenta prioritariamente los procesos de autoregulación interna que posee el organismo. Éste, en su totalidad, nos manda mensajes de forma continua, a los que en la mayoría de las veces no les hacemos caso.
Supongamos que estamos conduciendo por la carretera y oímos un ruido, y descubrimos que el mismo proviene de nuestro automóvil. De inmediato dirigimos nuestra atención hacia él, dado que nunca antes habíamos escuchado ese sonido.
Podemos decir entonces que nuestro automóvil nos envía un mensaje que deberíamos saber escuchar y responder en consecuencia. Si lo ignoramos o no le damos la importancia que requiere, lo más probable es que tengamos un problema más serio.
De igual forma, el organismo nos envía continuamente mensajes y, por lo tanto, es muy importante saber escucharlos.
➡ El primer paso para sanar el alma
Se encontraban en una reunión un empresario muy acaudalado y un sabio oriental. Este hombre de negocios de vida muy estresada, solía dormir muy poco, trabajar mucho y salir de copas todas las noches.
Ante esto, le preguntó al maestro oriental si le podía dar alguna técnica de meditación que le permitiese adquirir más energía, porque se sentía muy agotado. El maestro lo miró y le dijo: Si usted no hace un cambio en su forma de vida, no tiene sentido que practique la meditación. Seguiría estando muy dividido interiormente y despilfarrará su energía.
Si verdaderamente quiere cambiar su forma de vida, comience entonces a pensar en las horas que le destina al sueño, a qué hora se acuesta, de qué forma se alimenta, cómo respira, cuántas horas le dedica al trabajo y cuál es el tiempo que se dedica a estar sólo con usted mismo.
Si toma conciencia de todo eso, es probable que no necesite preguntarme por la meditación, debido a que su vida entera sería ya una forma de meditar.
Los procesos de autorregulación no necesitan de nuestra intervención o voluntad. Por el contrario, cuanto más tratamos de intervenir, dicho proceso se torna más lento.
Por ejemplo: Si me lastimo el dedo de una mano con un vidrio y luego tratándolo de curar lo cubro con una banda adhesiva, le doy el tiempo necesario para recuperarse.
Pero si continuamente me quito la banda adhesiva para verificar si ya cicatrizó, estaré lentificando el proceso curativo debido a que no permito que la autoregulación opere en toda su plenitud. Por lo tanto, se tratará de un aprendizaje saber “dejar” que las cosas tomen su curso.
Ya decían los grandes sabios: “No podemos empujar al río”.
➡ El maestro y el discípulo
Un maestro y su discípulo debían cruzar un río junto a otras personas y algunas carretas. Al pasar las carretas por el río, el mismo quedó revuelto y con mucho lodo.
Luego de caminar por cerca de un kilómetro, el maestro le pidió a su discípulo que, por favor, le trajese un poco de agua fresca del río que acababan de atravesar.
El discípulo se negaba a ir al río, ya que recordaba que el agua había quedado con mucho lodo, pero el maestro insistió y el discípulo se dirigió hacia allí. Al llegar, para su sorpresa, descubrió que las aguas estaban limpias, y el lodo había descendido por su propio peso hacia el fondo.
Cargó entonces el cubo con el agua limpia y fresca para beber, y regresó ofreciéndosela a su maestro. Este con una sonrisa, le preguntó si había comprendido el mensaje.
El discípulo descubrió en ese instante que es muy importante la paciencia y la espera. Hay que dejar que las situaciones tomen su propio curso.
👁 Autoobservación para sanar las heridas del alma
Carl Gustav Jung, psiquiatra alemán, creador del concepto de Inconsciente Colectivo y de los Arquetipos, mencionaba entre los arquetipos más importantes el del Viejo Sabio.
Este es una suerte de sabio interior que todos los individuos poseemos y que nos conduce a lo que realmente son nuestras verdaderas motivaciones, inquietudes, intereses y deseos.
La mayoría de las veces, es tal nuestro “ruido mental” en la superficie, que no podemos percibir aquello que nos quiere comunicar. Lo importante es poder zambullirnos en las aguas profundas de nuestro ser y escuchar su mensaje.
Nosotros pensamos que el principal generador de “ruido” o desorden es nuestro ego o yo. El yo es aquella “supuesta identidad”, que pretende controlarlo todo.
Desde esta pretensión de controlar o modificar situaciones, lo único que consigue es complicarlas. Es como si creyera que una ola de mar puede dominar o controlar todo el movimiento del océano. O que la misma se crea superior al océano y no se percate que forma parte de él.
Esta es una metáfora de lo que ocurre también con nuestro cuerpo. Si alguno de los órganos o vísceras quisiera asumir el mando sobre los demás, se produciría un gran desorden. De la misma manera, cuando ese pequeñito ego quiere apoderarse de nuestro ser, es inminente una mayor división y conflicto interior.
➡ Tipos de yo
Los orientales conciben dos tipos de yo: uno es el yo con minúscula o ego, que como decíamos se caracteriza por generar complicaciones y problemas, y se nutre de los conflictos para poder subsistir. El otro es el Yo con mayúscula o Verdadero Yo, contrario al anterior. Este Yo representa la paz, la armonía, la integración.
Cuando nos vamos a dormir, pasamos por el proceso de adormecimiento, dormir profundo, luego muy profundo, para con posterioridad entrar al proceso del sueño o la actividad onírica.
Ese momento se denomina REM (Rapid Eye Movement o movimiento ocular rápido, que se conoce también en español con las siglas MOR). En el dormir muy profundo o No-REM (sin movimiento ocular), no hay actividad onírica como decíamos anteriormente, pero este estado nos permite un verdadero descanso reparador y, según los orientales, representa al Yo profundo.
Arribaríamos al Yo profundo cuando dormimos de manera profunda y, por supuesto, de forma inconsciente.
♦ Meditar para sanar las heridas del alma
Los sabios sostienen que es fundamental trabajar con la meditación para poder conectarse con ese Yo profundo o de máxima integración de nuestro ser y poder sanar el alma, pero de manera consciente.
Esto se podría representar como si viviésemos en la superficie del mar con el movimiento que las olas nos traen cada día, sin olvidar que en lo profundo del océano está la paz. Aunque en la superficie el movimiento sea turbulento, en las profundidades siempre hallaremos la calma y la tranquilidad.
La meditación nos permite bajar a las profundidades que poseen esa inmensa calma, para luego ascender a las turbulencias impregnados de la paz de nuestro ser. Cuanto más viajes realicemos hacia las profundidades de nuestro océano interior, más contactos tendremos con nuestro Ser Indiviso o Yo.
Es importante que cada día comencemos a relajarnos, a respirar más profundamente y a tratar de serenar nuestra Mente Parlanchina. Es ella la que no cesa de parlotear, la que interfiere en el camino hacia nuestro Yo.
En la medida en que nuestro diálogo interior o Mono Loco comience a disminuir, ingresaremos a las profundidades de paz y calma, de nuestro Ser o Yo.
♦ Conclusión
El camino inverso es continuar “pensando sobre lo pensado”, cayendo en cualquier tipo de asociaciones mentales que nos alejan de la calma, la armonía interior y de poder sanar el alma.
En ese sentido encontramos en la sabiduría oriental un proverbio que dice: “No lavemos la sangre con sangre”. Una manera de ejemplificarlo es, suponer que a una persona que tiene una herida sangrante en un brazo la curaríamos aplicándole una bolsa de plasma sanguíneo sobre toda la herida.
Es evidente que en este ejemplo, lejos de ayudar, complicaríamos dicho cuadro. Lo correcto hubiese sido proporcionarle alguna gasa o algodón con desinfectante, pero “echarle” más sangre a la sangre no sólo no lo beneficiará, sino que además lo perjudicará.
🗣 Para sanar el alma hay que serenar nuestra mente
Tranquilizar o serenar a la mente parlanchina, no significa seguir pensando. Por el contrario, se trata de aprender a abandonar los pensamientos o representaciones mentales que nos tienen prisioneros. Esto equivale a decir que: No tenemos un yo parlanchín, el yo parlanchín nos tiene a nosotros.
Hay una historia en ese sentido que resulta muy explicativa:
Un loro se encontraba dentro de una jaula en una plaza y gritaba continuamente ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad! Una mujer que pasaba por el lugar, conmovida por el grito del loro, le abrió la jaula.
La mujer se ausentó por un tiempo de dicha ciudad, pero al regresar, pasó nuevamente por esa misma plaza y para su sorpresa, halló nuevamente al loro encerrado en la jaula, gritando ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
El mensaje que nos deja esta historia es que nuestro yo parlanchín es igual a ese loro; nos engaña continuamente pidiéndonos libertad, pero cuando se la otorgamos se comprueba que lo único que quería era seguir gritando y quedarse en prisión.
El comportamiento del ego o yo es muy similar al de aquel ladrón que se viste de policía, pero que en definitiva su propósito es robar. Muchas veces vamos vociferando por el mundo nuestra necesidad de ser libres, sin tomar conciencia que en lo profundo queremos seguir como estamos porque tenemos miedo de ser verdaderamente libres.
😨 Romper con nuestros miedos profundos para sanar el alma
Por eso es fundamental para poder sanar el alma, romper con nuestros miedos profundos que impiden nuestra autonomía e independencia.
Recordemos que el ego o yo está en la búsqueda permanente de conflictos, y se sostiene a través del desorden interior. Cuando se tranquiliza entonces comenzamos a sentir la paz del verdadero Yo.
Por todo lo explicado, sabemos que es muy importante poder contactarnos con el verdadero Yo, para sanar el alma y obtener ese estado de armonía interior que va a proyectarse en lo corporal, mental, social y espiritual.