
Seguramente muchos de nosotros, habremos escuchado alguna vez decir, que aquella persona es mufa o trae mala suerte. A continuación, vamos a tratar el tema de las personas que tienen o atraen la mala suerte.
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¿Definición de mufa?
La palabra mufa viene de la palabra italiana muffa (moho, hongo). El término mufa se lo suele usar en Argentina y Uruguay.
La mufa en una primera acepción se la considera como un estado de fastidio o enojo, y es consecuencia de alguna situación o circunstancia vivida. La palabra mufa, también se la suele usar con cierta frecuencia para referirse a las personas que van a atraer la mala suerte.
En Argentina y Uruguay a las personas con mala suerte se las conoce como mufa o yeta. En algunas zonas de Colombia le dicen morrocós. En España se le dice gafes, cenizos o agoreros, mientras que en México se los conoce como salados y mal agüero.
Algunos sinónimos que se utilizan en relación a las personas con mala suerte son: desafortunado, desdichado, infeliz, desventurado, mala racha, aguafiestas, negativo, tóxico, etc.
¿Qué significa mufa según La Real Academia Española?
Lo escrito a continuación está tomado del siguiente link: https://www.lanacion.com.ar/cultura/mufas-antimufas-y-contramufas-en-el-diccionario-el-futbol-y-la-literatura-argentina-nid28112022/
La Real Academia Española atribuye solo dos acepciones a este sustantivo femenino que proviene del italiano muffa y que se usa en la Argentina y en Uruguay para designar el moho o una mancha de humedad y, en forma coloquial, enfado o mal humor por algo que molesta.
Para nada supersticiosos, los académicos de la RAE no incluyeron la acepción más usada actualmente y que sirve para designar cosas, hábitos o personas (de expresidentes a influencers) señaladas como portadoras de “mala suerte”. Tampoco aparece en el diccionario de la RAE el verbo “mufar”.
Sin embargo, el primer resultado de una búsqueda del término en Google remite a definiciones de Oxford Languages, cuya primera entrada alude al uso coloquial del término en la Argentina:
“Que trae mala suerte”, y da como ejemplo: “no lo invites a la fiesta que es mufa”.
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Las 6 supersticiones más comunes respecto a la mala suerte
La superstición sería una suerte de creencia arraigada que se basa en explicaciones no racionales ni científicas de que pueden suceder determinadas situaciones cuando se las vinculan a personas, objetos, animales, fenómenos, procesos, fechas, y otros.
Cruzarnos con un gato negro

Si bien en la cultura egipcia los gatos eran venerados, en el catolicismo se vinculó al gato negro como símbolo del mal. Por eso, el cruzarse con un gato negro, es visto como mala suerte.
Derramar la sal

La sal estaba relacionada con la conservación de los alimentos y por ende con las relaciones personales duraderas, o que se iban a conservar. De ahí, que el derramar la sal era un aviso de que una relación podía “pudrirse” o no durar.
Pasar por debajo de una escalera

Una explicación posible era que la escalera apoyada a una pared formaba un triángulo que representaba la Santísima Trinidad en el catolicismo, y pasar por ese triángulo significaba ir contra lo sagrado.
Martes 13

Está superstición está relacionada con la última cena de Jesús con sus doce apóstoles hablándoles de su pronta crucifixión y la traición por parte de uno de ellos. Por lo tanto, cuando se sientan a la mesa 13 personas, una de ellas va a morir antes de finalizar el año.
Levantarse con el pie izquierdo

Diferentes civilizaciones muy antiguas han discriminado a las personas zurdas. Sabemos que el movimiento del sol es hacia la derecha y predominan las personas diestras. En latín, la izquierda se denomina sinester, que significa siniestro.
Vestir de amarillo

Esta superstición es bastante reciente y está estrechamente vinculada a la gente del teatro. Se dice que el dramaturgo Moliere estaba representando al enfermo imaginario, cuando empezó a toser con sangre sobre la prenda amarilla que llevaba. Algunos dicen que murió en el propio escenario, y otros, horas después en su casa.
Siempre tengo mala suerte
Existen personas que tienen por costumbre o hábito decir que todo les sale mal, o que tienen muy mala suerte a la hora de cumplir los objetivos que se proponen. Esto significa, que culpabilizan o responsabilizan a las situaciones externas por no lograr lo que desean y de alguna manera se sienten víctimas de las circunstancias que les toca vivir.
Sus vidas son como una especie de autoprofecía cumplida, en donde se imaginan situaciones catastróficas o desgraciadas, le dan valor de verdad y de alguna manera esperan que sea así hasta constatarla en el mundo de los hechos. Sería algo así, como recibir en la vida aquello que emitimos.
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Ser responsables de nuestra propia vida
Es muy común ver en la adolescencia, como responsabilizan de algún percance vivido a sus padres, profesores, etc. Por ejemplo, un adolescente decía: El examen fue difícil y tuve la mala suerte de que justo me tocó el tema que no sabía.
En realidad, asumir la responsabilidad de nuestra vida, sería decir que no estudié lo suficientemente bien para el examen, por eso me fue mal.
El decir que tuve mala suerte y ponerme en víctima de la circunstancia, me saca la responsabilidad de saber que me tenía que haber haber preparado mucho mejor para dicho examen.
Mala suerte, buena suerte, quién sabe. Cuento chino. Autor: Anthony de Mello
Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. «Qué mala suerte», le decían. El granjero les respondía: “mala suerte, buena suerte, quién sabe”.
Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero.
El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes, pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”.
Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Los aldeanos, ¡cómo no!, comentaban la buena suerte del granjero y cómo no, el granjero les dijo: “Buena suerte, mala suerte, ¿Quién sabe?”.