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Autoconocimiento Emocional

¿Qué es la compasión?

marzo 26, 2021
Compasión

El tema de la compasión, amerita poder enfocarlo desde diferentes lugares. Es por eso, que vamos a brindarles distintos puntos de vista sobre este valioso tema.

¿Qué significa la compasión?

Diríamos que la compasión, es aquella que integra la comprensión y la empatía hacia el sufrimiento de las personas.

La etimología de la compasión abreva las aguas del griego y del latín. Del griego viene de sympatheia que está vinculado con la simpatía como sentimiento, y del latín cumpassio, que está refiriéndose al sentimiento de tristeza.

compasión

Podríamos decir que la compasión se caracteriza por ser un valor donde ayuda a que se realice un trato igualitario hacia los demás, y a tener una verdadera comprensión de sus padecimientos.

La compasión sería el resultado de la combinación de la tristeza, alegría, comprensión y empatía hacia aquellos individuos que están atravesando diversos sufrimientos.

La compasión nos va a motorizar para brindar ayuda a los demás, tratando de mejorarles la situación dentro de nuestras posibilidades. Esto nos vuelve, mucho más solidarios y sensibles hacia las miserias que viven los seres humanos.

En definitiva, la compasión deja que nuestro corazón conecte con las necesidades de los demás.

La compasión desde el Cristianismo

En la biblia se hacer referencia tanto a la misericordia como a la piedad. En la compasión cristiana, existe una suerte de amabilidad y solidaridad ante las personas que están sufriendo o pasando por situaciones muy difíciles.

San Francisco de Asís, es un verdadero ejemplo de compasión, no sólo por su amor espiritual y devoción divina, sino también por su gran humildad.

Oración de San Francisco de Asís

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, que yo lleve amor.
Donde haya ofensa, que yo lleve perdón.
Donde haya discordia, que yo lleve la unión.

Donde haya duda, que yo lleve la fe.
Donde haya error, que yo lleve la verdad.
Donde haya desesperación, que yo lleve la esperanza.
Donde haya tristeza, que yo lleve la alegría.

Donde haya tinieblas, que yo lleve la luz.
Oh, maestro, concédeme que yo no busque ser consolado, sino consolar.
Ser comprendido, sino comprender.
Ser amado, sino amar.
Porque, dando se recibe, perdonando se es perdonado, muriendo se resucita a la vida eterna.

La compasión desde el Budismo

En el budismo la esencia de la espiritualidad se basa en la compasión. En la compasión budista existe un respeto por la dignidad de los seres vivos.

El Dalai Lama y fragmentos de su libro el Arte de la compasión, donde nos dice:

“El budismo define la compasión como el deseo de que todos los seres queden libres de sufrimiento. Desgraciadamente, acabar con la miseria del mundo no está en nuestras manos. No podemos cargar esa tarea sobre nuestros hombros, tampoco disponemos de una varita mágica que transforme la aflicción en felicidad. Lo único que podemos hacer es desarrollar esta virtud en nuestra mente y a partir de ahí ayudar a que los demás hagan lo mismo.

Tomar una actitud mental positiva significa disfrutar de la paz interior, aunque a nuestro alrededor nos rodee la hostilidad. Por otro lado, si nuestra actitud mental es más negativa, influida por el miedo, la sospecha, la desesperación o la autocompasión, la felicidad nos esquivará aun cuando estemos rodeados de nuestros mejores amigos en un ambiente armónico y en un entorno placentero. Así pues, la actitud mental resulta decisiva para marcar la diferencia en nuestro estado de felicidad.

Es un error esperar que nuestros problemas puedan resolverse con dinero o bienes materiales. Resulta poco realista pensar que algo positivo pueda surgir desde el exterior y llegar hasta nosotros. No cabe duda de que nuestra situación material es importante y que nos resulta útil. Sin embargo, nuestras actitudes mentales, internas, son tanto o más trascendentes para nuestra felicidad.

A veces tengo la sensación de que está de moda entre la gente poner demasiado énfasis en el desarrollo material, y se olvidan los valores internos. Debemos pues, desarrollar un mayor equilibrio entre las inquietudes materiales y el crecimiento espiritual interior.”

La compasión desde la Psicología

He tomado un fragmento del libro Terapia Centrada en la Compasión, de Paul Gilbert, que me pareció muy importante desde el punto de vista psicológico.

Afiliación, calidez y afecto

Hemos visto que la evolución del apego es uno de los aspectos más fundamentales de la mente de los mamíferos. Además, la evolución del apego ha tenido un fuerte impacto en la evolución de los sistemas de regulación emocional y, en especial, la significación de un sistema de confortamiento social que opera mediante endorfinas y oxitocina. Este sistema y estas neuro-hormonas desempeñan un papel especial en la regulación de la amenaza y de la activación de la amenaza.

Sin embargo, distintos tipos de cuidado van a afectar y a estimular el sistema de confortamiento de distintas maneras. Por ejemplo, el cuidado puede ser con calidez y afecto o sin él, pero seguramente, es la calidez lo que más se asocia con consuelo y liberación de endorfinas. La calidez implica varias cualidades tales como ternura, gentileza, amabilidad y preocupación, así como la actitud lúdica.

Podemos diferenciar la calidez frente a dar protección. También es posible tener apego en ausencia de calidez-afecto y brindar a los demás un cuidado afectuoso (cuidados del moribundo). Los animales dominantes y los humanos pueden ser capaces de proteger a sus crías de peligros y amenazas de una manera que los miembros subordinados no pueden hacerlo, pero esto no significa que proporcionen mayor calidez.

La gente puede formar apegos basados en la sumisión/apaciguamiento frente a otros “no demasiado cálidos” si es que los consideran como su mejor opción de protección. De hecho, la gente con apego ansioso utiliza el apaciguamiento como una herramienta de apego/seguridad.

Calidez

Ahora bien, la calidez es un atributo importante de la compasión; entonces, ¿Qué queremos decir con “calidez”?

Hay un importante número de modelos que consideran la calidez como un constructo de personalidad importante.

Numerosos estudios han mostrado que los atributos de “amabilidad-calidez” están asociados con conducta prosocial, mejores resultados académicos y mayor bienestar. Por eso tiene sentido pensar que la calidez debería ser un centro de interés para el trabajo y la investigación terapéutica.

La calidez, parece tener como mínimo, tres atributos principales.

  • Primer lugar, la calidez proporciona señales verbales y no verbales de interés, cuidado y amabilidad que resultan consoladoras.
  • Segundo lugar, la calidez puede implicar el compartir un afecto positivo entre individuos, lo que estimula la vinculación, el afecto y los sentimientos de conexión (en contraste con la indiferencia, la evitación o el ataque).
  • Tercer lugar, la calidez es más probable cuando los individuos se sienten seguros el uno con el otro y se confían.

Las personas que se sienten fácilmente amenazadas y se vuelven defensivas puede que tengan que hacer un esfuerzo para sentir o expresar calidez.

La calidez respalda los sentimientos positivos de tranquilidad, calma y de ser consolado modera las emociones defensivas (ira, ansiedad, tristeza) y las conductas de defensa (p.e., agresión, huida) y puede, asimismo, desactivar el excesivo hacer, lograr y adquirir–.

Field analizó las evidencias sobre los efectos beneficiosos de mantener en el regazo, acariciar y tocar durante el desarrollo –interacciones de cuidado afectuoso–. Fácilmente pensamos en los estresores como en distintas cosas desagradables que se le pueden hacer a un organismo. A veces, un estresor puede ser la falta de proporcionarle algo a un organismo y la ausencia de contacto es, al parecer, uno de estresores del desarrollo más acusados que podemos sufrir.

De manera que, desde los primeros días de vida, la seguridad– vía-calidez no consiste meramente en la ausencia de amenaza sino que es conferida y estimulada por los otros mediante el confortamiento, las señales de acariciar y acunar por parte del cuidador, el tono de voz, la “musicalidad” del modo hablar de la madre a su hijo, las expresiones faciales positivas y de afecto, favoreciendo y recompensando mutuamente los intercambios, es lo que constituye la base de los lazos de apego. Todas estas señales estimulan las endorfinas que dan lugar al surgimiento de sentimientos de seguridad, conexión y bienestar. Y lo sistemas psicológicos del niño están conectados a ellos. De este modo, desde el nacimiento, los niños son altamente sensibles alas comunicaciones interpersonales y, en especial, a las señales que regulan la activación, ayudan a organizar los sistemas psicológicos y establecen estrategias en las trayectorias de desarrollo.

Cuando pensamos en el “otro compasivo”, por lo general, nos lo imaginamos con características de bajo afecto negativo y capacidad de generar calidez y de manifestar señales de consuelo (expresión facial amigable, voz tranquilizadora y con sentimientos de aceptación hacia nosotros). El sentido del propio yo se va labrando en la interacción y, en la raíz de todo ello hay cerebros que necesitan de otros que los cuiden y los quieran.

De ahí que sentirse “socialmente confortado y seguro” requiera determinadas señales sociales mientras que para ser “consolador” es necesario proporcionarle estas señales al otro. Este razonamiento es lo que ha estimulado el trabajo terapéutico para tratar de enseñar a la gente a generar imágenes, sentimientos y pensamientos confortantes (compasivos).

Fuente:

Libro Terapia Centrada en la Compasión de Paul Gilbert

https://www.significados.com/compasion/

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